Probablemente cuando lean este título me dirán que me volví loco, y lo entiendo perfectamente, pues el momento histórico que se vive en los Estados Unidos es tan preocupante y delicado como tan promisorio a mi punto de ver y precisamente hoy lo corroboré; y no precisamente por el mediocre discurso de Trump ante el congreso y el senado, sino por una magnifica situación que me ocurrió hoy y que aquí aprovecho para contársela.
Por razones que no vienen al caso tengo la maravillosa oportunidad desde que llegue a este país, de convivir a diario y en gran parte del día con muchas personas, pues me toca estar por largos períodos de tiempo en la calle y no precisamente vendiendo chiclets jeje por el contrario luchando por mis sueños y los de los míos. Es ahi donde soy testigo de el quehacer de muchos y de la convivencia diaria de todas las razas que hacen vida en esta nación. Austin por cierto se caracteriza por ser una ciudad muy abierta en ese sentido y hasta liberal, aquí conviven ciudadanos de todas partes del mundo, razas, colores y credos y créanme sin problemas, y es por ello que todas las medidas adoptadas por el presente gobierno han causado tanto temor en muchos e indignación y molestia en otros.
Hoy casualmente me encontraba en una intersección de semáforo en Forth Worth una ciudad cerca de Dallas, con características parecidas a las de Austin y cuando ya casi terminaba mi día se acerca un adolescente; a quien yo le calculo unos 12 o 14 años montando su bicicleta con su morral a cuestas y vistiendo short y franela aprovechando la llegada de la primavera, le pregunto si necesitaba ayuda para cruzar la calle pues el semáforo esta sin funcionar en ese momento por labores de mantenimiento, lo ayudo a cruzar la calle, sonriente me da las gracias y se va.
Pasaron aproximadamente cuarenta y cinco minutos, cuando de pronto siento que me tocan el hombro y para mi sorpresa era el mismo chico a quien hacia un rato ayude a cruzar la avenida, se sonríe, toma un Gatorade bien frio de su bicicleta y me lo da, me dice en Ingles "Aprecio mucho que me haya ayudado a cruzar Señor, gracias" sonrió nuevamente y se marcho, dejándome sin dudas una alegría enorme y no porque en ese momento estuviese tan sediento por lo que el Gatorade me caía del cielo, sino porque comprobé entre otras cosas que cuando uno obra bien no este otra respuesta que no sea el bien y por otro lado y el motivo de este escrito es que este chico es la mejor muestra de que esa juventud que hoy se esta formando en valores, en la diversidad, en el respeto hacia el prójimo sin importar de donde viene, que color o que religión profesa, harán de este país y del mundo un lugar mucho mejor.
Esa es la enorme tarea que tenemos como padres, llenar de esos valores y principios a nuestros hijos para que sean el reflejo del mundo que soñamos.
Lo mejor esta por venir!!
Nos vemos en otro blog!!
Gustavo M.
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